El sol aún no salia, pero ya el cielo comenzaba a iluminarse, todos estaban listos para continuar el viaje. Los niños también estaban preparándose para continuar, junto a las nodrizas. Apenas habíamos podido dormir, y el dolor en mis piernas no había reducido en nada su intensidad, a mi edad no sentir dolor sería lo raro.
Nakuykari, siendo la mayor de las niñas, organizaba a los más pequeños para que estén preparados. Otros niños ayudaban a las nodrizas cargando algunos utensilios. A su vez, Asunwankari y Kasunka, siendo los mayores, estaban encargados de llevar las mantas de los niños más pequeños.
– Mama Ti ¿Por qué tengo que ayudar a Kasunka a cargar las mantas? – Se quejaba Asunwankari de la labor que le habían asignado.
– Porque así se te dijo. Cuando conozcas una mejor forma te escucharemos. Mientras tanto tienes que colaborar con tus hermanos. Hasta los dioses cumplen sus tareas. – Le dije.
– No son mis hermanos. Si yo fuera un dios, haría solo lo que yo quisiera y no cargaría mantas. – Respondió Asunwankari.
– Si fueses un dios, serías el dios de la vagancia. – dijo sin dirigirle la mirada siquiera Nakuykari, mientras preparaba al último de los pequeños.
– Los dioses tampoco deciden que labor deben cumplir, cada uno de ellos cumple su función para que el mundo funcione. – Le dije mientras le daba un par de mantas más para cargar. – Y cuando trabajan juntos es mucho más grande el milagro que los dioses pueden realizar.
—
Cha y Mama Paka tuvieron cuatro hijas, vinieron al mundo mucho antes que las bestias y los gigantes, siendo las primeras de ellas dos gemelas, Mama Churi (madre Tierra) y Mama Napak (madre de las aguas).
Mama Churi (madre Tierra) representa a la tierra en todo su conjunto; el suelo y la naturaleza. Es una deidad cotidiana, que actúa por presencia y con la cual se dialoga. Cobija a los hombres, posibilita la vida y favorece la fecundidad y la fertilidad. El pastor está obligado a ofrendar parte de lo que recibe, configurándose así una suerte de reciprocidad. Sin embargo, Mama Churi tiene hambre frecuente y si no se la nutre con las ofrendas o si se la ofende, puede provocar enfermedad en la tierra causando desgracias en los pueblos.
La segunda hermana es Mama Napak (madre de las aguas) representa al mar, los lagos, fuentes naturales y ríos. Sus hijos son los manantiales. Fue ella la deidad que le enseñó a los pueblos los mejores métodos de agricultura. Es muy valorada en el imperio, en especial por los pescadores. Es una diosa muy importante en todos lugares donde la pesca es vital. Su bendición trae consigo que la pesca sea fructífera y que las mareas sean buenas para la navegación, también protege de los maremotos, inundaciones, entre otros desastres.
Las gemelas viven en relativa armonía, y se tienen en mucha estima, Mama Churi permite a los lagos y ríos habitar en ella. A su vez, Mama Napak permite a las islas surgir entre sus aguas.
La tecera hermana es Mama Qhocha, diosa del aire y los vientos, que vive a lo largo de las cordilleras Kaupanka. Su padre, Cha, le dio el poder de controlar a las aves de los vientos, de manera que puede liberarlos cuando quiere, por eso Mama Qhocha es tan temida y respetada. Es responsable de controlar las tempestades. Viaja siempre entre sus dos hermanas mayores y se tienen en gran estima. Su padre el dios, Cha le asignó la labor de prestar ayuda a los navegantes, proporcionándoles un viento favorable para que sus naves pudieran llegar a destino, cuando estos respeten a los dioses.
—
– Estas diosas existen en un continuo balance. Y su bendición combinada permiten que el imperio florezca, niños. – Les dije mientras avanzábamos de nuevo entre las colinas.
– Pero Mama Ti, ellas se llevan bien porque si son hermanas, yo no soy hermano de Kasunka. – Respondió Asunwankary.
– Tampoco quiero ser tu hermano. – Replicaba Kasunka al oirlo.
– No se les pide que se lleven bien. Se les pide que cumplan con sus deberes. Ni las diosas hermanas se llevan bien todas entre ellas. Son cuatro las hermosas hijas de Cha y Mama Paka son las protectoras de los 4 elementos del mundo. Pero ser hermanas no ha evitado que hallan conflictos entre ellas, conflictos que afectan el mundo alrededor.
—
Mama Tina es la más joven de las hermanas, diosa del fuego, los volcanes y la violencia. Al principio de los tiempos campaba por todo el mundo. Pero su naturaleza violenta y el fuego que la acompaña no permitía a la vida crecer en el suelo o en el mar, por lo que sus hermanas se resentían de ella. Finalmente, Mama Napak, que tenía poca paciencia, con la ayuda de su hermana Qhocha, desató una tempestad y la expulsó de todas sus aguas.
Mama Churi, siendo la diosa de los suelos y la tierra, era mucho más paciente con su violenta hermana menor, se compadeció y la aceptó en su ceno, pero limitándola a los altos volcanes, lejos de las aguas de su hermana Napak y de la vida que en la tierra creciera. Desde entonces, segura de la persecución de su hermana Napak, Mama Tina mora en lo alto de los tres volcanes y resentida con su hermana Qhocha, por no interceder por ella, los volcanes escupen fuero al aire y al viento.
Su padre, Cha, viendo que su hija menor solo se daba a la tarea de destruir y enemistarse con sus hermanas, le otorgó la labor de darle el fuego a los hombres y enseñarles las artes de la fragua. Desde entonces, ha cumplido, y curiosa por el mundo de los mortales, se ha manifestado con la forma de una atractiva y joven mujer que enamora señores y reyes, o como una devastadora fuerza en batallas y guerras.
—
– Así, cuando los hombres eramos jóvenes y no sabíamos muchas cosas y pasábamos hambre y frío, cada una de las 4 diosas hijas, recibieron de sus padres la misión de enseñar a los hombres distintas disciplinas que nos hicieron crecer como pueblo. La influencia protectora de cada una de las diosas hijas logró mejorar todo el imperio, enseñaron a las personas como vivir en paz y armonía. Por eso todo el imperio les rinde culto. Su influencia ayudó a construir nuestras casas, fortalezas, templos y caminos, al igual que desarrollar técnicas para labrar la tierra, manejar el metal, navegar, y mucho más. Así, a pesar de que algunas diosas no se lleven bien, su trabajo en conjunto termina siendo útil. – Termine diciéndoles casi sin aliento mientras subíamos una de las muchas colinas en el camino.
Los adultos, guiados por Paquri, nos rodeaban a los niños y a nosotras mientras avanzábamos. El camino era más confiable mientras él lo indicara. Las rutas imperiales en nuestra región, lejos del centro, no eran el lugar seguro que debían ser. Lo mejor era seguir por las rutas alternativas, aunque nos resultara más agotador.